Febe Chaves directora, dramaturga, docente, y también actriz. Platense por adopción. Desde el año 1981 coordina y dicta clases de actuación. Con sencillez se encuentra con Posdatas. Desde el telón del diálogo, se esparcen palabras. La necesidad de armar la escena fuerza a pedir prestadas algunas de ellas, a partir de la obra Des(h)echos –de Febe Chaves- se dijo: vivir, ser, crear…¿tienen igual valor? ¿Forman parte de la misma realidad o son sólo discursos inscriptos en el vacío de quienes lo soportan…? Soledad, amor, género, arte, muerte, dolor, son algunas de las palabras que se deshacen, se descartan y se escurren entre sus cuerpos. Éstas, y otras más se escurren, se exprimen, gotean, esta vez sin deshacerse, desde la sencillez del encuentro.
Desde joven te has vinculado a la actuación. ¿Cómo aconteció tu encuentro
con el teatro?
Comencé a estudiar teatro a los 13 años, durante la escuela secundaria.
Había allí un taller de actuación, el cual tomé animada por mi profesora de
literatura, quién había visto una versión mía de “El pájaro azul” de Maurice
Maeterlinck. No obstante, recuerdo haber participado de todos los actos
escolares de la primaria.
Nunca dudé en mi vida de que esta profesión era lo que quería hacer.
Vengo de familia de escritores por vía materna y mis tíos abuelos hacían
teatro trashumante en España antes de la Primera Guerra Mundial.
¿Como fueron tus inicios a nivel profesional?
Empecé haciendo algún trabajo en mi ciudad de origen, pero fue aquí en La
Plata donde se constituyó con más convicción el gesto productivo. La primera
obra que realicé como actriz fue “Una Pareja” de Eduardo Rovner, con un grupo
independiente. Habíamos formado un grupo independiente que se llamó TESPIS.
Seguí entonces produciendo dentro del marco de autogestión y también dentro de
los teatros oficiales.
¿De qué aportes te vales para la escritura de tus obras? ¿Cuáles han sido
tus influencias?
Escribí desde muy pequeña poesías y cuentos. En los 90 comencé con los
textos teatrales, primero desde la adaptación, luego desde la intuición y
finalmente desde la ejercitación en varios talleres aquí en La Plata y en
Buenos Aires, con maestros de distinta formación que me enseñaron a poner en
crisis lo que escribo. Me refiero a Luis Cano y Emilio Garcia Whebbi. Quien me
enseño a desconfiar de lo que produzco fue Ruben Schumacher.
Mi escritura no es en general una escritura “cerrada”. Todo texto dramático
es un texto incompleto porque reclama lo presencial, pero en mí caso además
reclama la intervención de los actores para que reconstruyan, subviertan,
completen, resignifiquen o signifiquen el sentido. Creo que fundamentalmente
escribo para dirigir. Hasta el momento todos mis textos son autorreferenciales,
aunque no autobiográficos. Cada uno de ellos ha tenido un procedimiento
particular, un tiempo específico de construcción, una determinada gestación. El
elemento permanente en ellos es temático: amor, dolor, muerte, locura, etc.
Temas que nos convocan a todos.
Has realizado más de treinta obras, una extensa trayectoria, ya sea como
actriz, dramaturga y directora. ¿Cuál o cuáles de ellas han marcado una
impronta particular en tu carrera y/o en tu vida personal?
Todos los trabajos dejan huella. Básicamente porque presuponen de alguna
manera un modo particular de elección y de expresión. De las obras que escribí
y dirigí son éstas las que me han marcado de modo más fehaciente:
“Rengas de un mismo pie”, por ser la primera.
“Ostinato”, por recibir muchos premios y reconocimientos que no esperaba.
“El Claudicante”, por poder vocalizar el dolor de la derrota.
“La Resiliencia”, por ser una de las obra que más me expresa.
Cada una respondió a un determinado momento personal y coyuntural. Todas
ellas me brindaron muchas satisfacciones y reconocimiento.
Dejaste de actuar en el año 1996. ¿Por qué te dedicaste de pleno a la
dirección, dramaturgia y a la docencia? Retomando lo que mencionaste acerca del
tiempo especifico de construcción de tus obras ¿de qué manera se van gestando?
¿Qué te interesa transmitir desde la docencia?
En el año 1996 dejé de actuar, en principio pensé que era circunstancial
porque iba teniendo mucho más trabajo como docente, dramaturga y directora.
Pasado un tiempo puedo ver que siempre me capturó más la experiencia teatral
desde afuera: la posibilidad de intervenir, de integrar la mirada, de
totalizarla, ser casi dueña del sentido. Admiro mucho a los actores, esa
capacidad obligatoria de crear presentes, de estar vivos, de capturar lo
efímero. Puedo vincularme con ellos desde afuera y establecer una relación
dialéctica viviente de mutua transformación y aporte en relación al material.
El director es aquel que toma la mayor cantidad de decisiones, que
construye la obra que quiere ver. Es un espectador privilegiado. Cuando
comienzo a dirigir no sé nada acerca de la obra, tengo muy pocas ideas, y un
texto precario que sé, positivamente, que va a sufrir grandes transformaciones.
Allí es donde comienza la construcción de un objeto expresivo que contiene,
entre otras cosas, la verificación de estos textos en los cuerpos actorales,
quienes, como ya dije, los sustentan, los reescriben en el hacer, los
cuestionan y los vuelven vivos. Por lo general “eso” que empecé a construir
termina siendo otra cosa mucho más compleja ya que superó mi voluntad de
construcción. A veces no puedo reconocer lo que escribí, la obra ya deja de
pertenecerme, forma parte de la relación construida entre el espectador y la
escena.
En cuanto a la docencia, la mayor satisfacción que ella posee es la de ver
crecer a sus alumnos. Verles sacar la mejor versión de ellos, comprobar cómo se
apasionan por la actividad buscando la excelencia y entendiendo claramente que
este es un arte que se aprende.
¿Qué estas haciendo ahora a nivel dramaturgia y dirección?
Actualmente estamos con “Des(H)echos”, mi última obra construida dentro del
marco de la Comedia de la Provincia. Fuimos invitados a participar del Festival
Iberoamericano de Teatro en Mar del Plata.
¿Que implica para vos el teatro?, ¿que significa y/o significó en tu vida?
El teatro es para mí una forma diferente de ver el mundo y de conectarme
con él. Es un modo particular del trabajo humano. Es mi medio de vida. Me
mantiene en pie, viva. En muchos momentos me ha rescatado del sin sentido.
Me expreso. Es la mitad de mí misma.